En 1883, el escritor polaco Waclaw Swiecicki, preso en la cárcel de Varsovia por su militancia revolucionaria, escribió el poema Warszawianka (varsoviana) para exaltar sus ideales de revolución social. De alguna manera trató de imitar la célebre Marsellesa, considerada todavía como una especie de canto revolucionario internacional (no olvidemos que los mártires de Chicago subieron al patíbulo entonando este himno francés). La música de La Varsoviana se adaptó de una canción polaca de libertad de 1836 (puede que la Marcha de los zuavos). Se popularizó rápidamente entre los revolucionarios eslavos y alemanes. A España llega en los años de la II República, traducida por el militante anarquista Valeriano Orobón Fernández (1901-1936) y pronto se convirtió en uno de los himnos favoritos de la CNT, quizá por contener una clara alusión a la Confederación en uno de sus versos. En algunos cancioneros figura como Marcha triunfal, ¡A las barricadas! o Las barricadas. Igualmente, en alguna edición se sustituye la letra del octavo verso por "que llevará al pueblo [a] la emancipación". Existen también versiones en catalán, francés, italiano y portugués.
nubes oscuras nos impiden ver,
aunque nos espere el dolor y la muerte
contra el enemigo nos llama el deber.
El bien más preciado es la libertad,
hay que defenderla con fe y valor,
alta la bandera revolucionaria
que del triunfo sin cesar nos lleva en pos.
Alta la bandera revolucionaria
que del triunfo sin cesar nos lleva en pos.
En pie pueblo obrero, a la batalla,
hay que derrocar a la reacción.
¡A las barricadas, a las barricadas,
por el triunfo de la Confederación!
¡A las barricadas, a las barricadas,
por el triunfo de la Confederación!
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