LA CAGALERA ELECTORAL

Amigos y amigas, se acercan, ya están aquí. Las elecciones. Esa fiesta “democrática” a la que estamos llamados a participar. Ciudadano!!!!!... siéntase imprescindible aunque sea por unas horas. Justo esas veinticuatro en las que el politiqueo de todo pelaje le necesita. Ya sabemos, justo esas veinticuatro horas en las que los partidos, imperiosamente, anhelan nuestro voto. Para legitimarse otros cuatro añitos de nada y dedicarse a lo que mejor saben: jodernos la vida.

Podría, durante este escrito, hablar de muchas cosas: que si la delegación de la acción política, que si la corrupción, que si las promesas incumplidas, que si la connivencia con el poder económico, que si la mandanga mediática-electoralista, que si el ninguneo de la abstención, que si la “democrática” prohibición por parte de la Junta electoral de actos de todo pelaje que no les conviene (en este pueblo ya van tres que yo sepa, una concentración abstencionista de CNT, la manifestación de “Democracia real ya!” y una movilización sindical de agentes medioambientales), que si esto, que si lo otro, que si lo de más allá....Pero no lo voy a hacer. Prefiero centrarme en una reflexión personal despertada por la actitud de determinados ciudadanos ante las elecciones sindicales de mi curro (otra pantomima pseudo-democrática como las que se nos avecina el 22 de mayo).

La cuestión es: ¿cómo se digiere que parte de la ciudadanía, despotricante a más no poder de los políticos de toda calaña durante casi toda la legislatura, llegue el momento culminante de la “deposición” (si he dicho bien, deposición) del voto, y recule de sus instintos ácratas y se acerque carné en mano a su mesa electoral?. Parece como si de repente se vieran aquejados de una especie de cagarrina electoral y surgen esos retortijones del voto útil, que no salgan los malos malisimos y demás zarandajas provocadas por un atracón de mass-media cual sobredosis de higos pochos. En pleno ataque furibundo de semejante diarrea municipal-autonómica-parlamentaria, el paciente se ve impelido con fuerza a evacuar su capacidad decisoria en una urna apestosamente hedionda de falsa democracia. Curiosa enfermedad. Pero hay cura, no preocuparse. Recomiendo, que a mi me va muy bien, alejarse de plazas de toros, pabellones deportivos, bocatas de mortadela en autobuses alquilados, televisores, radios y prensa escrita, y recapitular las múltiples puñetas sufridas durante cuatro añazos. Mano de santo, oiga. Poderoso antidiarreico. Y recomiendole encarecidamente también que ese mismo día se aleje de su colegio electoral así como diez millas marineras. Si quiere acompañarnos, la CNT de esta localidad y el Ateneo Libertario Genaro Seguido ese infausto día 22-5 nos vamos de excursión. Por si acaso.

Fdo: Sapos y culebras.