Y ante tal situación, ¿cuál es nuestra respuesta como trabajador@s? Sencillamente no la hay. Por desgracia no se da ningún tipo de respuesta, ni colectiva ni individualmente. Parece que fuéramos zombis sin capacidad alguna de réplica; sólo ejecutamos órdenes sin pensar. Que nos mandan trabajar más horas, pues trabajamos; que nos dicen que hay que venir antes mañana por la mañana, pues vamos; que hay que realizar tareas peligrosas, pues las realizamos; que hay que apretarse el cinturón para salir de la crisis, pues nos callamos. Y sin rechistar. Acaso seremos capaces de quejarnos delante de una caña en la barra de un bar, o en casa nos desahogaremos con nuestra familia o nuestr@s compañer@s. Sin embargo, plantar cara a nuestro jefe, negarnos a obedecer, dar nuestra opinión frente a aquell@s que nos hacen la puñeta... de eso mejor ni hablamos.
Es muy preocupante el que la cobardía generalizada llega al punto de que normalmente, con tal de no dar la cara, culpamos de nuestros problemas a quienes no tienen nada que ver con ellos, por el mero hecho de ser más fácil echarle la culpa a otr@, sobre todo si de esta manera te puedes desahogar sin arriesgarte. Por eso sentimos odio hacia nuestr@s compañer@s de trabajo porque creemos que tienen privilegios y nosotr@s no, odio hacia l@s trabajador@s de otros ramos porque pensamos que trabajan menos que nosotr@s, odio hacia los que hacen huelga porque opinamos que no tienen de qué quejarse y nosotr@s sí, odio hacia l@s inmigrantes porque son delincuentes y nos roban el trabajo, odio hacia l@s funcionari@s porque son un@s vag@s... Y ese odio demuestra que somos un@s cobardes, que no nos atrevemos a plantar cara a quienes de verdad nos está haciendo la vida imposible y culpamos a otr@s de nuestros problemas por el simple hecho de que no nos la jugamos. Y es que es muy fácil enfrentarte a tus compañer@s de trabajo, o a l@s inmigrantes, o a l@s huelguistas, sin que nada te pase. ¿Pero qué pasaría si te enfrentaras con tu jef@, o con tu encargad@, o con un policía, o con un político, o con un juez? Pues posiblemente que sufrirías las consecuencias de tu atrevimiento, bien con un despido, con una sanción, con una multa, etc.
Es precisamente esa incapacidad para responder la culpable de que estemos en la situación que estamos. Si no nos enfrentamos con los problemas, ¿cómo vamos a solucionarlos? Sobre todo en asuntos como el trabajo, en el que directamente hay dos intereses enfrentados e irreconciliables: el nuestro, el de l@s trabajador@s, por tener unas mejores condiciones de trabajo y de vida; y el de l@s empresari@s, por ganar dinero a toda costa, pasando si es preciso por encima de nosotr@s y nuestros derechos.
Por culpa de nuestra cobardía se ha firmado la reforma laboral, estamos pagando las crisis, existen los EREs, hay millones de personas en el paro, etc. Es culpa nuestra, ya que no hemos tenido el valor de pararles los pies a l@s polític@s y empresari@s que están construyendo un mundo a su medida y en el que l@s trabajador@s tenemos un papel degradante. Sólo servimos para enriquecerlos, trabajando para ell@s como si fuéramos esclav@s, y consumiendo sus asquerosos productos para ahogar en ropa, tecnología, drogas o comida basura nuestra insulsa vida.
Y lo peor de todo es que esa obediencia, esa sumisión, es una seña de la calidad como seres humanos que tenemos. No es ya la indiferencia ante los problemas lo que nos marca como seres degradados, es la complicidad con los mismos. Aun viendo lo que pasa, aun sufriéndolo, no tomamos partido, no nos enfrentamos, no damos la cara. Simplemente obedecemos, y desviamos nuestras frustraciones hacia otr@s, entre ell@s, los pocos que se niegan a agachar la cabeza, al menos del todo. Estamos degenerando en esclav@s sin orgullo ni dignidad, que dan ejemplo a sus hij@s de cómo ser pisotead@s y no ser capaces de decir basta. ¿Es esto lo que queremos?
Es hora de despertar, de dejar de agachar la cabeza y decir sí a todo. Es hora de dar la cara y enfrentarnos a tod@s aquell@s que nos quieren obedientes y sumis@s. Es la única manera que tenemos de frenar esta locura, que en nombre del progreso, del orden y del bienestar está degradando hipócritamente el planeta y a los seres que en él vivimos, con la única excusa del crecimiento de los privilegios de unos pocos. Desde la CNT-AIT proponemos la organización de l@s trabajador@s mediante asambleas en el sindicato, en el que seamos capaces de encontrar la fuerza para enfrentarnos a l@s patron@s, polític@s y jerifaltes del sistema. La unión hace la fuerza, y sólo necesitamos recuperar un poquito de valentía para no dejar nuestro futuro en manos de unos buitres. Dejemos de escurrir el bulto, desobedezcamos y construyamos un movimiento obrero que basándose en principios de solidaridad, igualdad y libertad sea capaz de plantar cara al Estado y el capitalismo, los derrumbe, en instaure en su lugar una sociedad de individuos libres, no de esclav@s sumis@s y obedientes.
LA CNT TE PROPONE
Organización en el trabajo: para defendernos de los numerosos ataques que l@s patron@s cometen contra l@s trabajador@s, así como para conquistar más y mejores derechos laborales, en pos de lograr la fuerza suficiente que nos permita dar la vuelta a la tortilla y autogestionar nosotros la economía por nuestros propios medios y decisiones. L@s trabajador@s somos el motor que hace que el mundo funcione, ¿por qué no lo hacemos funcionar a nuestro ritmo? Organización en el barrio y en el pueblo: para ir tejiendo redes de apoyo mutuo, fomentar el espíritu de agitación social, frenar los procesos de especulación, degradación del medio ambiente, segregación de los barrios, racismo, etc, Se trata en definitiva de ir construyendo una sociedad más justa desde lo cercano: aquí y ahora. Para ello contamos, además, con el apoyo de las organizaciones anarquistas específicas, centros sociales, bibliotecas anarquistas, ateneos libertarios...
Acción directa: es decir, no permitir a nadie que se interponga entre nosotr@s y l@s causantes de nuestros problemas a la hora de solucionarlos. Intermediarios de tipo político, sindical o judicial sólo consiguen ir apagando la intensidad de la lucha y no defienden nuestro interés de clase , el cual es irrenunciable.
Federalismo: es decir, tender lazos organizativos entre distintos lugares con el objetivo de crear una organización con presencia en todos los sitios, y que se base en los mismos principios de igualdad y solidaridad, renegando de toda jerarquía, dependencia o influencia externa.
Asamblearismo: dotarnos de una herramienta de decisión en la que todos los individuos tengan el mismo peso, que nadie mande o decida más que ningún otro. Esta herramienta es la asamblea.
Autogestión: ser nosotr@s mism@s quienes protagonicemos nuestras luchas, participando en ellas sin delegar en nadie de principio a fin. Si no aceptamos que nadie decida por nosotr@s, en consecuencia deberemos asumir plenamente la responsabilidad que conlleva el ser libre, entre otras cosas, el ser capaz de sostener la organización sin depender de nadie más, tanto en lo económico como en cualquier otro aspecto.
Coherencia: debemos defender nuestro mensaje de una forma íntegra, buscando la armonía entre medios y fines. Es fácil caer en los planteamientos de muchas otras organizaciones que tratan los temas de forma parcial, lo cual deriva como mucho en la consecución de reformas que retrasan las verdaderas soluciones a los problemas. Basta de hipocresía y de andar con medias tintas, basta de no atrevernos a decir lo que pensamos realmente. Ahora más que nunca es necesario difundir un mensaje contundente y real. Si queremos cambiar el mundo no nos podemos andar con rodeos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario