Por Juan Armada
En ese día, la tribu galleguista aprovecha para tratar de convencer a los despistados (que son muchos y en todos los lados), de lo buenos que eran los prohombres nacionalistas de principios de siglo XX, de lo malos que son los madrileños, castellanos y andaluces, de lo maravillosa que es la gente nacida en Galicia… de lo mal que nos encontramos por culpa de los españoles, etc.
Los galleguistas, desde que han llegado al poder en la Xunta de Galicia, no paran de privatizar servicios para entregárselos a sus camaradas de partido y financiar los chiringuitos de sus acólitos (eso mismo que criticaban del gallego de Fraga cuando estaban en la oposición). De paso, realizan su política cultural nacionalista de crear señas de identidad, para que nadie sospeche que lo que hay detrás del asunto del nacionalismo es una cuestión de poder, de virreinatos, de dinero.
Para ello nada mejor que promover una red de escuelas exclusivamente en idioma gallego («galescolas») en las cuales, en un principio, querían que todos los niños aprendiesen el himno de Galicia y supiesen de carrerilla vida, obra y milagros de los santones de la tribu galleguista, con el objetivo de «hacer patria».
Desde luego, a estas alturas de la historia, causa pavor comprobar lo fácilmente manipulable que es el género humano, y la falta absoluta de memoria histórica. Desde luego que por medios para acceder a la información no será, pues el que quiera saber, hoy más que nunca, puede hacerlo.
Para que podáis comprobar cómo el nacionalismo gallego construyó una imagen idealizada y totalmente falsa, respecto de sus figuras más estelares de principios de siglo XX (los políticos Alfonso Rodríguez Castelao y Alejandro Bóveda), y como capitalizó la memoria histórica de todos los movimientos sociales por medio de editoriales y escritores de partido que se han dedicado a falsear y manipular la historia de Galicia, me voy a limitar a rescatar de dos periódicos de los años treinta, el papelón que jugaron en contra de la clase trabajadora estos santones a los que los nacionalistas de Galicia elevan a categoría de mártires de la liberación nacional. Y para ello, me voy a servir del periódico de la CNT de la Regional de Galicia de los años treinta del siglo pasado, titulado Solidaridad Obrera, y del periódico dirigido por Portela Valladares El Pueblo Gallego.
Así, si buscamos en El Pueblo Gallego, del día miércoles, 17 de octubre de 1934, en su página 11, aparece Rodríguez Castelao en medio de una lista de prohombres de Pontevedra, aportando dinero para homenajear a la fuerza pública por su actuación en la Revolución de Asturias de ese mismo año, que como sabe todo el mundo, en su represión destacó otro gallego que acabaría gobernando este país con mano de hierro y sangre durante 40 años. En esta suscripción pública, realizada a nivel nacional, está representada toda la «gente guapa» de España.
Pero lo que podría ser un manchón para algunos (para otros un error disculpable), se transforma en manía persecutoria hacia la clase trabajadora cuando ojeamos el Solidaridad Obrera de la CNT de Galicia en la fecha de sábado, 25 de marzo de 1933, en el que en un recuadro titulado «Lo que los trabajadores de Galicia no deben olvidar», aparecen los nombres de 5 diputados en Cortes (llamados hombres-vientre por el editor) del Partido Galleguista, que habían votado a favor de la cuestión de confianza planteada por Azaña, a raíz de la represión brutal llevada a cabo en Casas Viejas. Sus nombres son: Otero Pedrayo, Villar Ponte, González López, Suárez Picallo y Rodríguez Castelao.
Este es el Castelao que nunca conocerán los niños en las «galescolas». El Castelao que es saboteado en sus mítines por militantes de la CNT, como recoge lo sucedido en un mitin celebrado en la provincia de Pontevedra, este mismo periódico CNT el 24 de julio de 1933, donde fue tildado de: «¡eres como los demás!, ¡eres como todos los políticos, farsante!, ¡jesuita!, ¡hablas que hay que traer paños de Inglaterra, pero asististe a un banquete con Maciá, pagado por los fabricantes textiles catalanes!, votaste la confianza a Azaña y en favor de los jesuitas». Todo esto y mucho más tuvo que escuchar el masoquista Castelao. ¡Pobrecillo! Él que creía que todos ignorábamos sus «debilidades» y traiciones. ¡Qué desengaño llevó!. Como podéis comprobar, la hemeroteca confederal da para mucho…
Le toca ahora el turno de aparecer en escena al otro prohombre galleguista, elevado a figura legendaria «da Galiza». Por supuesto, me estoy refiriendo a Alejandro Bóveda, Inspector y jefe de Hacienda (cobrador de impuestos «de Madrid, que explota a Galiza» como dirían los nacionalistas), fundador de la Caja de Ahorros de Pontevedra y miembro de la Coral Polifónica de Pontevedra («gente guapa»)… resulta que ahora es el buque insigne «del día de Galicia mártir» (17 de agosto, día en que fue asesinado por los fascistas), día en el que los galleguistas capitalizan la masacre que tuvo lugar en Galicia durante y después de la guerra civil, personificándola en este político.
Tienen tan poco respeto a la verdad y a los muertos, que se atreven a afirmar que los asesinados en Galicia en 1936 lo fueron por el Estatuto de Autonomía y las ansias de autogobierno. Y todo ello, ¡bajo la bandera gallega con la estrella roja del marxismo!… ¡Qué asco me da tanta manipulación!
Sólo en el ayuntamiento de La Coruña se asesinaron a más de 150 miembros de la CNT en los primeros años de la represión, frente a los sesenta y pocos miembros de la tribu galleguista en toda Galicia.
Así se escribe la historia, así se educa a los niños, así se manipula a los adolescentes. Si tienes empresarios, catedráticos sinvergüenzas, corifeos de puño y letra, librerías, periódicos y revistas subvencionadas, y Organismos de la Administración copados por tus hombres-vientre, siempre se hablará bien de ti. Si no tienes dinero y no pasas por debajo de la mesa, te pasará lo que a la CNT.
Todos los 25 de julio, tiene lugar en la Comunidad Autónoma gallega la celebración del día de Galicia; para otros, con más énfasis: día de la patria. Para los católicos: día de Santiago apóstol.
En ese día, la tribu galleguista aprovecha para tratar de convencer a los despistados (que son muchos y en todos los lados), de lo buenos que eran los prohombres nacionalistas de principios de siglo XX, de lo malos que son los madrileños, castellanos y andaluces, de lo maravillosa que es la gente nacida en Galicia… de lo mal que nos encontramos por culpa de los españoles, etc.
Los galleguistas, desde que han llegado al poder en la Xunta de Galicia, no paran de privatizar servicios para entregárselos a sus camaradas de partido y financiar los chiringuitos de sus acólitos (eso mismo que criticaban del gallego de Fraga cuando estaban en la oposición). De paso, realizan su política cultural nacionalista de crear señas de identidad, para que nadie sospeche que lo que hay detrás del asunto del nacionalismo es una cuestión de poder, de virreinatos, de dinero.
Para ello nada mejor que promover una red de escuelas exclusivamente en idioma gallego («galescolas») en las cuales, en un principio, querían que todos los niños aprendiesen el himno de Galicia y supiesen de carrerilla vida, obra y milagros de los santones de la tribu galleguista, con el objetivo de «hacer patria».
Desde luego, a estas alturas de la historia, causa pavor comprobar lo fácilmente manipulable que es el género humano, y la falta absoluta de memoria histórica. Desde luego que por medios para acceder a la información no será, pues el que quiera saber, hoy más que nunca, puede hacerlo.
Para que podáis comprobar cómo el nacionalismo gallego construyó una imagen idealizada y totalmente falsa, respecto de sus figuras más estelares de principios de siglo XX (los políticos Alfonso Rodríguez Castelao y Alejandro Bóveda), y como capitalizó la memoria histórica de todos los movimientos sociales por medio de editoriales y escritores de partido que se han dedicado a falsear y manipular la historia de Galicia, me voy a limitar a rescatar de dos periódicos de los años treinta, el papelón que jugaron en contra de la clase trabajadora estos santones a los que los nacionalistas de Galicia elevan a categoría de mártires de la liberación nacional. Y para ello, me voy a servir del periódico de la CNT de la Regional de Galicia de los años treinta del siglo pasado, titulado Solidaridad Obrera, y del periódico dirigido por Portela Valladares El Pueblo Gallego.
Así, si buscamos en El Pueblo Gallego, del día miércoles, 17 de octubre de 1934, en su página 11, aparece Rodríguez Castelao en medio de una lista de prohombres de Pontevedra, aportando dinero para homenajear a la fuerza pública por su actuación en la Revolución de Asturias de ese mismo año, que como sabe todo el mundo, en su represión destacó otro gallego que acabaría gobernando este país con mano de hierro y sangre durante 40 años. En esta suscripción pública, realizada a nivel nacional, está representada toda la «gente guapa» de España.
Pero lo que podría ser un manchón para algunos (para otros un error disculpable), se transforma en manía persecutoria hacia la clase trabajadora cuando ojeamos el Solidaridad Obrera de la CNT de Galicia en la fecha de sábado, 25 de marzo de 1933, en el que en un recuadro titulado «Lo que los trabajadores de Galicia no deben olvidar», aparecen los nombres de 5 diputados en Cortes (llamados hombres-vientre por el editor) del Partido Galleguista, que habían votado a favor de la cuestión de confianza planteada por Azaña, a raíz de la represión brutal llevada a cabo en Casas Viejas. Sus nombres son: Otero Pedrayo, Villar Ponte, González López, Suárez Picallo y Rodríguez Castelao.
Este es el Castelao que nunca conocerán los niños en las «galescolas». El Castelao que es saboteado en sus mítines por militantes de la CNT, como recoge lo sucedido en un mitin celebrado en la provincia de Pontevedra, este mismo periódico CNT el 24 de julio de 1933, donde fue tildado de: «¡eres como los demás!, ¡eres como todos los políticos, farsante!, ¡jesuita!, ¡hablas que hay que traer paños de Inglaterra, pero asististe a un banquete con Maciá, pagado por los fabricantes textiles catalanes!, votaste la confianza a Azaña y en favor de los jesuitas». Todo esto y mucho más tuvo que escuchar el masoquista Castelao. ¡Pobrecillo! Él que creía que todos ignorábamos sus «debilidades» y traiciones. ¡Qué desengaño llevó!. Como podéis comprobar, la hemeroteca confederal da para mucho…
Le toca ahora el turno de aparecer en escena al otro prohombre galleguista, elevado a figura legendaria «da Galiza». Por supuesto, me estoy refiriendo a Alejandro Bóveda, Inspector y jefe de Hacienda (cobrador de impuestos «de Madrid, que explota a Galiza» como dirían los nacionalistas), fundador de la Caja de Ahorros de Pontevedra y miembro de la Coral Polifónica de Pontevedra («gente guapa»)… resulta que ahora es el buque insigne «del día de Galicia mártir» (17 de agosto, día en que fue asesinado por los fascistas), día en el que los galleguistas capitalizan la masacre que tuvo lugar en Galicia durante y después de la guerra civil, personificándola en este político.
Tienen tan poco respeto a la verdad y a los muertos, que se atreven a afirmar que los asesinados en Galicia en 1936 lo fueron por el Estatuto de Autonomía y las ansias de autogobierno. Y todo ello, ¡bajo la bandera gallega con la estrella roja del marxismo!… ¡Qué asco me da tanta manipulación!
Sólo en el ayuntamiento de La Coruña se asesinaron a más de 150 miembros de la CNT en los primeros años de la represión, frente a los sesenta y pocos miembros de la tribu galleguista en toda Galicia.
Así se escribe la historia, así se educa a los niños, así se manipula a los adolescentes. Si tienes empresarios, catedráticos sinvergüenzas, corifeos de puño y letra, librerías, periódicos y revistas subvencionadas, y Organismos de la Administración copados por tus hombres-vientre, siempre se hablará bien de ti. Si no tienes dinero y no pasas por debajo de la mesa, te pasará lo que a la CNT.
CNT, 349 (octubre 2008)
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