Justo después de las elecciones europeas,
donde se abstienen más de la mitad de los electores y pierden fuerza los
partidos que han gobernado, aparece el rey y abdica, intentando que
dejemos a un lado el descrédito de los políticos, sus corrupciones y su
servilismo al dinero. Pretendiendo, además, que nos olvidemos del paro y
de los deshaucios, y que toda nuestra preocupación pase a ser quién
está a la cabeza del Estado.
Los que obstentan el poder, como siempre, nos quieren limitar las
opciones a dos, que vienen a ser las dos caras de la misma moneda,
pueden cambiar de apariencia según les convenga en cada momento, ya sea
en forma de dictadura, de democracia republicana o monárquica. Todo les
vale con tal de perpetuarse.

Para los izquierdistas la república está idealizada, ya que durante
el periodo de la segunda república (1931-1939) se consiguieron muchos
avances sociales. Pero, si vas más allá de la historia académica y de
las mentiras interesadas de los políticos y profundizas un poco en la
historia del movimiento obrero, utilizando el sentido común, te darás
cuenta de que todo lo que se consiguió en aquel periodo fue gracias a la
fuerte organización de los trabajadores. De hecho, las huelgas y la
conflictividad laboral siguieron en aumento durante este periodo,
incluso hubo varias huelgas revolucionarias, como las insurreciones del
33 y la Revolución de Octubre del 34 de Asturias.
Por lo tanto, por
mucho rechazo que nos produzca la monarquía, consideramos inútil apoyar a
los políticos para hacer un simple cambio de sillón, poniendo en el
poder a quien sin lugar a dudas no va a dudar en reprimirmos para
perpetuarse en el mando. En nuestra acción y finalidad está no sólo
eliminar la monarquía sino también cualquier otra forma de poder.
Pedir un referéndum, además de una maniobra de distracción para que
creamos que decidimos algo, sólo sirve para afianzar aún más la
democracia burguesa, para que pensemos que el único medio para la
gestión de nuestros problemas es la trampa del voto. Decimos trampa
porque el poder sólo convoca un referéndum cuando tiene la seguridad de
ganarlo, y además, porque salga lo que salga, el poder siempre ganará.
Cuando confiamos en el sistema de representación política, nos
alejamos de nuestra capacidad para autogestionar nuestros intereses, ya
que no será mediante la delegación como conseguiremos librarnos de este
sistema de imposiciones y desigualdades en el que los beneficios
económicos son más importantes que nuestras vidas. Cada día somos más
las personas que empezamos a estar hartas de ser manipuladas, y ya va
siendo el momento de organizarnos y apoyarnos mutuamente. Con nuestra
acción y gestión directa de nuestras decisiones podemos empezar a crear
un mundo nuevo.
Lo único que podemos perder son las cadenas, todo lo demás lo tenemos que ganar.
CNT León
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