El hombre que fue jueves (1908) a
primera vista tiene apariencia de novela policial. En ella, el detective
Gabriel Syme a través del contacto con el poeta anarquista Lucian Gregory, se
interna en una célula anarquista que pretende destruir el mundo. Gracias a su
agudeza, Syme logra ser elegido para el Consejo de los Días, una especie de
consejo rector de la colectividad anarquista, cuyos integrantes, en lugar de
ser designado por sus nombres lo son adoptando el de un día de la semana. Syme
es electo como Jueves. Y su objetivo es destruir el anarquismo que pone en
riesgo el mundo, representado principalmente por quien encabeza y dirige el
movimiento anarquista: el Domingo.
Syme, quien nos es
presentado como un filósofo que devino en detective, prontamente comienza a
darse cuenta que el resto de los integrantes del Consejo de los Días también
son policías encubiertos, tal como él, y que la finalidad de todos es destruir
a Domingo, el paradigma del anarquismo, y que han estado unos junto al otro,
compartiendo el mismo silencio temeroso de ser eventualmente descubiertos.
Decía que esta novela
resulta una suerte de novela policial, pero prontamente toma un vuelo
inesperado, despegándose de la realidad y sus consecuencias, transformándose en
una alegoría. Ya en 1908, cuando se publicó esta novela, el autor fue capaz de
ver la existencia de estos grupos anarquistas y cómo su pensamiento tendía a
destruirlo todo; pero no se trata de una novela en contra del anarquismo, o ni
siquiera sobre el anarquismo como ideología, es más bien una especie de juego
literario entre dos posturas antagónicas que han coexistido en toda la historia
de la humanidad: el bien y el mal (o más precisamente: el orden y el caos).
Pero ninguno de ellos se encuentra en su estado puro (aquello redundaría en una
obra simplísima), sino que se confunden y entremezclan en la historia, haciendo
que los perseguidores se vuelvan los perseguidos o que, incluso, los
perseguidores se persigan entre sí.
Fuera de lo anterior,
el mismo Domingo —que resulta ser al tiempo orden y caos, creando el cuerpo de
policías intelectuales, situándolos en su consejo y, por otro lado, encabezando
el anarquismo—, es una alegoría de otra cosa. ¿Qué representa esta dualidad? Me
inclino a pensar que descansa su figura en una imitación literaria del creador,
una especie de dios malo, que juega con los muñecos que para él son los
hombres. Sería, entonces, una alegoría de carácter religioso.
Si tenéis ocasión
disfrutadlo.
Salud
No hay comentarios:
Publicar un comentario