El gobierno, de la mano de las instituciones europeas, continúa semana tras semana, el ataque contra los derechos de la clase trabajadora. La profundización de los recortes presupuestarios en sanidad y educación, las vergonzosas ayudas a un sistema bancario quebrado, el endurecimiento de la reforma laboral tras el trámite parlamentario, son sólo las últimas medidas.
Mientras, al amparo de la prima de riesgo y de las exigencias de las instituciones europeas, inmersos en una intervención más o menos velada, se anuncian ya los próximos ataques, con recortes en las prestaciones y subsidios por desempleo y nuevos retraso de la edad de jubilación. Todo ello en un clima cada vez más represivo, en el que se adelanta el endurecimiento del Código Penal para castigar cualquier insinuación de resistencia contra estas agresiones.
Ante esto, nada se puede esperar de la clase política, que evidencia día tras día, su papel de meros comparsas de las decisiones que emanan de los centros de poder financiero y de las instituciones europeas. Unos y otros, incluidos aquellos que desde la “izquierda” clamaban hasta hace poco contra los recortes, se aplican ahora, con más o menos convencimiento, a recortar los salarios y reducir empleos en el sector público, aumentando horas de trabajo, empeorando la calidad de los servicios y desviando, en definitiva, ingentes recursos económicos de la satisfacción de las necesidades populares a tapar los “agujeros” financieros de un sistema minado por años de especulación bursátil e inmobiliaria.
De igual forma, poco por no decir nada, podemos esperar del sindicalismo institucional, cada vez más desdibujado tras la huelga general del 29M, que aparece ya lejana, salvo para quienes siguen sufriendo la represión que se derivó de la misma. Las movilizaciones contra los recortes, contra la reforma del sistema financiero, etc. se han llevado adelante en buena medida, a pesar de la inercia y la pasividad de las grandes estructuras sindicales.
Pero esas mismas movilizaciones, y el hilo que las une desde el 29M al 15M, pasando por el primero de mayo, ponen de manifiesto que permanece y crece una voluntad popular de lucha y de resistencia, que a pesar de todo se van articulando redes e iniciativas para expresar el descontento, resistir y buscar alternativas. Las importantes movilizaciones en el sector de la Enseñanza han sido la última muestra.
Estamos ante una crisis económica que ha puesto en cuestión las bases sobre las que se basaba un sistema agotado, alimentado únicamente por la especulación, incapaz de ofrecer más expectativas a la población que la de una devaluación generalizada de las condiciones de vida y de trabajo como medio de supervivencia.
Ahí es cuando la CNT debe mostrar su validez como herramienta de lucha y resistencia, y su capacidad para construir una alternativa de sociedad.
Por eso, ante el agotamiento y la crisis de los referentes políticos y sindicales, es el momento de que trabajemos sin descanso, construyendo paso a paso la organización que necesitamos, tomando la iniciativa, planteando nuestras alternativas y comprometiéndonos con ellas, porque ahora, más que nunca, es cuando hace falta la CNT en la calle y en los tajos.
Secretariado Permanente del Comité Confederal de la CNT
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