Hermana, no estás sola, ya lo ves, estamos contigo. Siéntete cubierta
por el manto de sororidad que tejemos de norte a sur, de este a oeste.
Siéntete protegida, porque no vamos a parar hasta que se revise la
sentencia, hasta que se revise la actuación de quienes han decidido
ignorar el dolor que has soportado, que han dudado de tu testimonio,
como se duda del de todas, mandando el oscuro mensaje de que la calle y
la noche, serenas o ebrias, no son nuestras.
No es una cuestión de años, tampoco de venganza: se trata de la
cuestión esencial de si el Estado español avala la cultura de la
violación. Por eso, si no reculan, si no buscan solución racional a este
insulto a las mujeres, sin justicia, no habrá paz.
Vamos a acabar con este clima de sospecha y duda de nuestros
testimonios. Vamos a acabar con una justicia patriarcal que nos quiere
apaleadas o muertas para poder reconocer una violación. Vamos acabar con
la cultura de la violencia sexual. No vamos a tolerar un poder judicial
que, en el mejor de los casos, es caduco e inútil, socialmente dañino,
sin la obligada capacitación en perspectiva de género y, en el peor,
está conformado por una élite patriarcal que alimenta el terrorismo
machista.
Tomen nota, no vamos a parar y nos sobra creatividad para organizar la rabia.
Hermanas y hermanos, nos vemos en las calles.
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